INICIO DE LA XIV EDICIÓN DE LA
PORRA LIGA
Queridos porristas, veteranos del
vaticinio, debutantes con hambre de gloria, guerreros de los precedibles 1-1 y
de los 3-2 imposibles, amantes del fútbol y de los vaticinios gloriosos:
¡bienvenidos a la Edición XIV de La Porra Liga!
Sí, Señorías, sí… catorce
ediciones. ¡Catorce! con esta que empieza en unos días. ¿Quién lo iba a decir
aquel día en que todo esto comenzó como una idea difusa para un juego entre
amigos, como una pequeña locura de café y pasión futbolera? Desde entonces, han
pasado muchos porristas por nuestras filas. Algunos estuvieron una temporada y
desaparecieron como entrenadores en crisis. Otros, en cambio, siguen aquí,
firmes, con la misma devoción que el primer día, como centuriones del
pronóstico. Porque esto, queridos amigos, ya no es solo un juego: es una tradición
sagrada. Es, si se me permite decirlo, una forma de diversión en sí misma.
Y ya se nota en el ambiente.
Falta muy poco para que rueden los balones en esta nueva temporada, y empieza a
olerse en el aire ese aroma inconfundible de ansiedad futbolística. Esa
sensación que comienza a instalarse en nuestro cuerpo, ya a partir del cierre
de la jornada anterior, con los primeros rumores de alineaciones, lesiones y
sanciones. Esa tensión deliciosa que crece poco a poco hasta explotar el
viernes, cuando el cronómetro corre hacia el cierre de los pronósticos y el
inicio de cada primer encuentro de la jornada.
Porque ese momento… ese instante
exacto en que empieza el primer partido de la jornada… ¡ah, amigos! Ese momento
es pura magia. Es la frontera entre la estrategia y la fe ciega. Es
cuando ya no hay marcha atrás, cuando lo escrito queda sellado y empieza el
drama. Para entonces, el grueso del pelotón ya ha lanzado sus augurios, ha
dejado sobre la mesa sus guarismos como quien tira los dados en una partida de
alto riesgo. ¿Será el 2-1 dibujado en mi mente de verdad un 2-1? ¿Será ese
empate una locura o una obra de genio? Solo el devenir de la jornada lo dirá.
Porque
aquí no se juega por dinero, ni por premios materiales. Aquí no hay
cheques gigantes ni patrocinadores. Lo único que hay es el honor. Y
créanme, eso vale más que cualquier trofeo. Aquí se compite por la gloria
inmortal del reconocimiento. Por poder mirar al resto y decir: “Esta
jornada os pasé por encima como un vendaval”. Aquí cada acierto es un pequeño
orgasmo deportivo y cada error… bueno, cada error se lleva con resignación,
memes y excusas más creativas que una rueda de prensa de Mourinho.
Los que lleváis tiempo en esto lo
sabéis bien. Habéis vivido jornadas históricas, con predicciones impensables, globeradas
imposibles, exactos perdidos más allá del minuto 96’... Habéis sentido en
vuestras carnes la frustración de ver que os faltó solo un golito más u os
sobró ese que no valió para nada. Y aun así, habéis vuelto, jornada tras
jornada, con el ánimo intacto y las ilusiones renovadas. Porque esto engancha.
Esto pica. Esto se mete en la sangre.
Y este año, la cosa se pone
todavía más interesante, porque debutan siete nuevos participantes.
¡Siete! Una cifra inédita. Una oleada de sangre nueva que llega con ganas de
arrasar, de hacer historia, de tumbar a los veteranos sin miramientos. Dicen
que vienen con humildad, pero no lo dicen ellos; ya sabemos cómo son los
debutantes: en el fondo, todos quieren ganar dando espectáculo. Quieren entrar
en la Porra con ese descaro jovial, vivaracho, casi pueril, con ese
atrevimiento temerario e intrépido, dejando clara la intención de dibujar la
estupefacción en los rostros de sus rivales.
A ellos les decimos: bienvenidos.
Esta porra ya es vuestra. Vais a conocer una montaña rusa de emociones: desde
el éxtasis de clavar un 4-0, hasta la decepción de ver cómo un penalti en el 98
arruina toda la jornada. Vais a vivir la emoción de estar arriba en la tabla… y
la humillación de caer de golpe al puesto 26. Vais a entender por qué aquí hay
quienes han llegado a gritarle a la tele: “¡No marques más, que ya te puse
2-1!”. Vais a formar parte de algo que va mucho más allá de adivinar
resultados: vais a entrar en una hermandad de locos maravillosos, a la
que solemos referirnos, con cariño, como la de los yonkis de los guarismos.
Porque esto no es una porra
cualquiera. Aquí se premia todo: el acierto absoluto, la constancia silenciosa,
acertar la mayor cantidad de goles… la fe en los 0-0 perpetuos, cuando nadie
más los ve. Hay categorías que consagran al mejor estratega, al más intuitivo,
al que se la juega por un 3-2 cuando todos ponen 1-1. Aquí cada punto se
celebra, cada jornada es una batalla, y cada final de temporada es un capítulo
épico que se graba en la historia.
Y sí, lo decimos sin miedo: esto
es épico. No por los premios (que no hay), ni por los contratos
televisivos (que tampoco), sino por el compromiso que se respira en cada
jornada. Porque hay que tener pasión para sentarte cada semana a estudiar
partidos, analizar rivales, escuchar rumores, y al final, elegir tus marcadores
como si te fuera la vida en ello. Hay que tener alma para emocionarse con una
porra. Y todos los que estamos aquí la tenemos.
Así que afilad vuestras
predicciones. Desempolvad el oráculo interno. Confiad en vuestras corazonadas,
pero también en la estadística, en el VAR, en la diosa Fortuna o en algunos
dados mágicos, porque el Excel ya está listo para escupir todas las
provisionales que pidan Sus Señorías… La XIV Porra Liga está a punto de
comenzar y solo uno podrá reinar al final… pero todos los que participamos,
todos, ya estamos ganando.
Porque ganar aquí no es solo
sumar más puntos. Es formar parte de algo especial. De un grupo que se respeta,
que también se pica, que se ríe, que comparte esta pasión absurda y maravillosa
por acertar el resultado de un Getafe-Elche en jornada intersemanal.
¡Que rueden los balones! ¡Que se
abran los pronósticos! ¡Y que comience una nueva batalla en la historia
legendaria de La Porra Liga!